20 julio 2011

Te Amo.


Cuando ella baila quedo encantada, quedo prendada de un hilo y no puedo ver más allá de su cuerpo y sus destellantes ojos. No puedo pensar o hablar, sólo puedo verla y devorarla con la mirada.

Cada uno de sus movimientos es una poesía ardiente que me da un motivo por el cual vivir, cada uno de sus suspiros me da el aire para poder respirar y cada mirada que me lanza es un cruel azote de placer onírico que me regala.

“Te amo”, me dice. Me invita a bailar con ella, pero simplemente no puedo, estoy completamente desarmada con por cada uno de sus movimientos, cada giro y cada sensual paso que da. Cada uno baja mis defensas y no puedo hacer nada para evitarlo.

Mejor dicho, no quiero hacerlo.

Tengo miedo de amarla, de estar con ella, de disfrutar, reír y llorar con ella. Estoy aterrada y ella lo sabe, pero igualmente me lo dice.

Te Amo. Escucho el temor en su voz, pero está segura de lo que quiere, y no descansará hasta tenerlo.

Cada vez me tienta más, me ruega más, se insinúa cada vez más. No puedo decir que no, no puedo dejarla. Quiero que sea mía.

Le digo que no, pero llorando me dice “Te Amo”, me atrae hacia ella y su aroma me embriaga y me droga completamente.

Trato de alejarme, pero mi alma me pregunta por qué, me desprecia por contrariarla y negarle lo que pide, pero no puedo.

Ella sigue bailando, sigue tentándome, insinuándose y llamándome, pero no puedo. No me atrevo.

¿O sí?

No sé cómo despertaré mañana, pero no será sola.

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