Un día, un niño y si papá estaban paseando por el
parque, cuando pasa un carrito de helados y una niña se le acerca a comprar.
- - Papá, ¿te puedo preguntar algo?
- -Claro, ¿Qué pasa?
- -La niña que está allá, ¿verdad
que es muy bonita?
- -Pues si, es bastante bonita, ¿Te
gusta?
- -No lo sé, quiero hablar con ella,
pero me da pena.
- -Anda, no va a pasar nada, es más
fácil para ti que para los cavernícolas.
- -¿A qué te refieres? ¿Ellos
también se enamoraban?
- -¡Claro! Ellos también.
- -¡Cuéntame cómo!
- -Bien, bien, siéntate.
El niño se sienta en las piernas de su padre y él le
empieza contar el cuento:
- - Ellos no sabían hablar, ni
escribir, ni dibujar nada.
- - ¿Cómo los bebés?
- - Sí, justo como los bebés.
El papá hace varios sonidos con la boca y su hijo se
ríe.
- - ¡Seguro sonaban graciosos!, dice
el niño riéndose.
- - Estoy seguro que sí. Bueno, ellos
no sabían nada, así que cuando veían a una mujer bonita, saltaban como locos, así
que las mujeres se asustaban y se iban. Poco a poco ellos aprendieron a
comunicarse, a hablar, dibujar, pintar y supieron cómo acercarse mejor a las
mujeres.
- - Uff, que complicado, papá.
- - Por eso mismo te digo, tú tienes
más suerte que ellos.
- - Tienes razón, creo que tu
historia me dio una idea.
El niño va hacia el camión de los helados y pide
dos, uno de vainilla y otro de fresa, le da el de fresa a la niña y se van
caminando y hablando juntos.
FIN.
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