¡Buena semana!
Estoy escribiendo justo luego de
terminar con la entrada anterior, y me siento muchísimo mejor, como si me
deshiciera de un peso inmenso en mi pecho, porque a veces las cargas no se
llevan en la espalda. Puedo pensar mejor, y se siente sublime ver los dedos
danzar en el teclado una vez más.
¿Voy a seguir con la misma
retahíla de ideas que ayer? Sí, al menos por hoy, pero con respecto a Los Hijosde Artemisa, uno de los proyectos más frustrantes que he tenido en mucho tiempo.
La razón es porque es una historia muy personal.
Cuando me propuse escribir la
saga Divino Amor, decidí que quería revisitar muchos recuerdos, escribir mi
propia historia desde la perspectiva de personajes ficticios, agregar mitos
griegos, fantasía, magia, elementos paranormales, pero que fuera mi historia
ante todo.
Cada uno los personajes que salen
en La Hija de Bóreas son partes de mí, pero más que nada Bernardo, por su forma
de ser, por sus gustos, por sus inseguridades y por cómo se siente. La adolescencia
no fue un buen periodo para mí, en lo más mínimo. Fue un tiempo en que sentí en
carne propia lo que es estar solo, y Bernardo, aunque una versión idílica de lo
que quisiera que fuese, es parte de ese recuerdo.
Diana no se escapa de esto. Ella
es el deseo de estar solo, el querer apartarse, protegerse, por tener un
secreto que no quieres compartir con nadie, por querer ser normal, aunque sabes
que no lo eres por muchas razones. Mientras que Bernardo es quien oculta bajo
una máscara de seguridad, Diana muestra al mundo que no quiere estar rodeada de
gente.
Finalmente, está Erick, el
chistoso, el corazón de oro, el que sonríe ante todo, pero que está destruido
por dentro, el que sufre en silencio aunque no lo haga obvio. Erick soy yo
intentando aparentar estar bien, es el yo que sonríe y bromea, el que está allí
para todos, porque sabe que él no está bien, porque estando solo no puede
sonreír y porque ya ha estado solo en más de una ocasión.
Escribir La Hija de Bóreas fue
una catarsis de honestidad cuando más lo necesitaba, y no estaba mentalmente
preparado para hacer el proceso, revisitar tantos recuerdos amargos, justo
después de que esta historia me destruyera por dentro. Si mi último año del
bachillerato fue difícil, el primero en la universidad fue peor, y el segundo
muchísimo peor. Necesitaba un descanso de tantas emociones encontradas, aunque
creo que ya puedo hacerlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario