Hace tiempo colaboré con una web de salud mental para drenar muchas cosas que tenía por dentro, además de decir lo que tenía que decir con respecto al tema. Sin embargo, desde el inicio, supe que quería hacer algo diferente: escribir sobre mis experiencias siendo un muchacho.
El tema de la salud mental en ese entonces se trataba casi siempre enfocado hacia las mujeres, las niñas, y los hombres quedábamos de lado. No veía nada sobre el tema y me tocó identificar qué aplicaba para mí y qué no. Hoy en día la cosa ha cambiado, no tanto como quisiera, pero sí bastante, y desde hace tiempo quiero compartir esos artículos en español.
Este es el primero, el que escribí con 22 años. Leyéndolo ahora con 26, es extraño y hasta agridulce notar que no mucho ha cambiado en mi punto de vista. Espero que les guste y les haga ver las cosas desde otra perspectiva. Aún quedan muchos, y hay una serie de artículos que estoy ansioso por traducir, pero iré por orden de publicación.
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Some time ago I collaborated with a mental health website to drain many things that I had inside, in addition to saying what I had to say on the subject. However, from the beginning, I knew I wanted to do something different: write about my experiences as a boy.
The subject of mental health at that time was almost always focused on women, girls, and men were left aside. I didn't see anything on the subject and I had to identify what applied to me and what didn't. Nowadays things have changed, not as much as I would like, but quite a lot, and for a long time I have wanted to share those articles in Spanish.
This is the first, the one I wrote when I was 22 years old. Reading it now at 26, it's strange and even bittersweet to note that not much has changed in my point of view. I hope you like it and it makes you see things from another perspective. There are still many left, and there's an article series I'm eager to translate, but I will go in order of publication.
Original: 14-Agosto-2017
Pixabay |
Raro ser un chico deprimido
Hay algo que me ha molestado durante mucho tiempo, además del estigma de lidiar con la depresión. El hecho de que la gente tiende a mirarme como si fuera raro, deprimido y siendo un chico.
La sociedad nos dice que los niños deben ser fuertes, deben ser duros como una roca, rudos, las estrellas del deporte y el príncipe vestido de azul con un caballo blanco. Se espera de nosotros que no lloremos, que no suframos, que no sintamos. Quieren que seamos rocas muertas y hermosas, en resumen.
Me dijeron desde pequeño que “los niños no lloran” y que “solo las niñas lloran”. Cada vez que me sentía mal, tenía que esconderme y sonreír, como si estuviera bien, hasta que llegué a la adolescencia. Empecé a lidiar con la depresión, las autolesiones y, finalmente, los pensamientos suicidas. Estaba a punto de renunciar a la vida, pensé que era un fracaso de hombre, estaría mejor muerto.
Los chicos también sufren
Sin embargo, las cosas cambiaron, no porque yo quisiera, sino por mis amigos. Todos empezaron a mostrarme su apoyo, me decían que estaba bien si estaba roto por dentro, si quería llorar, gritar y sentir que quería matar a alguien. Escucharon, siempre, cada uno de los problemas que tengo y me hicieron entender algo muy valioso: Los chicos también sufren.
Ahora escondo mi dolor cuando quiero. Pero cuando no puedo evitarlo, lo dejo salir, no me quedo nada dentro y lloro hasta que mis ojos están de color rojo brillante. La gente no puede decirme a mí, ni a nadie, cómo sentirme y cómo reaccionar. Río, lloro, disfruto y sufro porque soy humano y estoy vivo. No hay nada de malo en eso.
Si hay algún niño, chico u hombre leyendo esto y se enfrenta a la misma pregunta que yo enfrenté antes, si está bien llorar, sepa que lo está. Tienes derecho a sentirte mal y hacérselo saber a los demás tal como les haces saber cuando estás feliz. Quien te diga lo contrario no merece tu atención, en lo absoluto.
Si no quieres que lo sepan, está perfectamente bien. No lloro delante de todos, prefiero ser vulnerable con aquellos en los que más confío o cuando estoy solo, cuando puedo escribir y hacer algo con mi dolor: una historia, un poema, un dibujo, tal vez. incluso cantar una canción que amo. Pero nunca, nunca, que nadie te diga que no puedes estar triste y ser un niño. Los sentimientos no están determinados por tu género, sino por tu corazón.
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