Buenas buenas, gente bonita. ¿Listos para el fin de semana? Siguiendo con las entradas sobre salud mental, hay una bastante especial en la que hablo sobre un tema superpersonal del que ya he escrito antes en el blog: autolesiones. Esta vez, específicamente, se trata sobre si alguien que se haya autolesionado debería mostrar sus cicatrices o no, y me pongo como ejemplo al respecto. Espero que sirva para que quienes se debaten al respecto sepan qué hacer y aquellos que no puedan entender mejor lo que es lidiar con esto.
Hello hello, beautiful people. Ready for the weekend? Continuing with the posts on mental health, there is a rather special one in which I talk about a super personal topic that I have already written about before on the blog: self-harm. This time, specifically, it is about whether someone who has self-harmed should show their scars or not, and I make an example of that. I hope it will help those who are debating about it know what to do and those who cannot better understand what it is to deal with this.
Originalmente publicado en 1 in 4 (2017)
Originally published in 1 in 4 (2017)
¡Un saludo y un abrazo!
Greetings and hugs!
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Las personas que se autolesionan a menudo tienen el problema de lidiar con esas miradas de los demás cuando sus cicatrices son visibles. Estamos en un mundo donde la salud mental es vista como una mentira, como una llamada de atención y cualquier otra cosa que no sea un problema grave que mata a las personas todos los días. Entonces, dejar que extraños sepan sobre tu pasado, tal vez tu presente, es incómodo.
Una prisión en la carne
Sin embargo, se supone que no debes ser un prisionero de tu ropa, usar mangas largas las 24 horas del día, los 7 días de la semana y prohibirte las playas, las piscinas y situaciones similares. Mis rodillas tienen pequeñas cicatrices, y la gente las verá algún día. Pero cuando los cortes aún estaban abiertos, me encontré rogándole al universo que no necesitara mostrarlas. Incluso después de que sanaron, todavía me daba náuseas pensar en mostrar mis rodillas.
Me corté las manos cuando estaba en el último año del bachillerato debido al estrés con el que vivía. Una noche, destruí mi mano izquierda. Está libre de cicatrices gracias a la forma en que cuidé la herida. Pero al día siguiente... ¿qué demonios se suponía que debía hacer?
Mi mente rebelde me dijo algo que todavía practico: Déjalos saber, es tu problema, no el de ellos. Lo atravesaste y sobreviviste, viviste para contarlo, aunque fue la peor manera de lidiar con todo.
Pero ya está hecho, no podemos hacer nada más que afrontarlo, respirar hondo antes de salir a jugar como si no nos diéramos cuenta si alguien nos hace una mueca. Nuestros cuerpos son nuestros, y son solo nuestros, con o sin cicatrices.
Ojos al frente
Si a alguien no le gustan nuestras cicatrices, que no les haga caso. Es difícil, pero nada con lo que un par de auriculares no puedan ayudarte. Cuando caminé hacia la puerta de entrada esa mañana, a punto de encarar a mis compañeros de clase, me los puse y seleccioné una canción que me encantaba. Mantuve mis ojos al frente y me mentí cien veces diciendo que no me importaba. Por fin lo creí, y así la mentira perdió su naturaleza. Me miraban, yo mostraba mis heridas, aún sangraban, y no me importaba nada.
La gente puede juzgar, puede quejarse, puede decir lo que quiera, pero si quieres usar una camiseta de manga corta o un vestido; si no quiere usar muñequeras, o eliges simplemente olvidarte de las cicatrices, ¿por qué no deberías hacerlo? Tu pasado no define tu presente, y tener marcas en la piel no dice absolutamente nada sobre el tipo de persona que eres ahora. Dice aún menos sobre quién serás en el futuro.
No hay vergüenza en ser fuerte, tenlo en cuenta. Si alguien te dice lo contrario, trata de hacer una broma sobre el tema o te hace una mueca, tienes tres opciones: A. sentirse mal por ello; B. dales un dedo medio para que se sienten; o C. no prestar atención. Creo en el último, pero no me avergonzaré de usar el segundo si lo necesito. Nadie tiene derecho a decirme quién soy por lo que he pasado.
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People who self-harm often have the problem of dealing with those looks from others when their scars are visible. We’re in a world where mental health is seen as a lie, as a call for attention, and anything other than a serious problem that kills people every single day. So to let strangers know about your past, maybe your present, is uncomfortable.
A prison in the flesh
However, you’re not supposed to be a prisoner of your clothes, have long sleeves 24/7 and forbid yourself beaches, pools and similar situations. My knees have little scars, and people will see them someday. But when the cuts were still open, I found myself begging the universe that I wouldn’t need to show them. Even after they healed, it still made me feel sick to think about showing my knees.
I cut my hands when I was in senior year because of the stress I lived with. One night, I destroyed my left hand. It’s scar-free thanks to the way I cared for the wound. But the next day… what the eff was I supposed to do?
My rebellious mind told me something that I still practice: Let them know, it is your problem, not theirs. You went through it and survived, lived to tell the tale, even though it was the worst way to deal with it all.
But it is done, there’s nothing we can do about it but to face it, to take our deepest breath before going out and playing as though we don’t notice if someone makes a face at us. Our bodies are our own, and are only ours, with or without scars.
Eyes to the front
If someone doesn’t like our scars, don’t pay attention. It’s hard, but nothing that a pair of headphones cannot help you with. When I walked to the entrance door that morning, about to face my classmates, I put them on and selected a song I loved. I kept my eyes right to the front, and lied a hundred times to myself saying that I didn’t care. At last I believed it, and so the lie lost its nature. They were watching me, I showed my wounds, still bleeding, and cared nothing at all.
People can judge, can complain, can say anything they like, but if you want to use a short-sleeve t-shirt or dress; if you don’t want to use wristbands, or choose just to forget about the scars, why shouldn’t you? Your past doesn’t define your present, and to have marks in your skin tells absolutely nothing about the kind of person you are now. It tells even less about the one you’ll be in the future.
There’s no shame in being strong, keep that in mind. If anyone tells you otherwise, tries to make a joke about the theme or makes a face at you, you have three options: a. feel bad about it; b. give them a middle finger to sit on; or c. pay no attention. I’m a believer of the last one, but will have no shame in using the second if I need to. Nobody has the right to tell me who I am because of what I’ve been through.
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