Hace algunos días se cumplió algo que quería desde que tenía 13 años. He estado escribiendo por más de la mitad de mi vida, y el 3 de agosto de este año, sin darme cuenta, cumplí 13 años de haber empezado a escribir, 8 años desde que publiqué mi primer libro en Amazon, esperando tenerlo en físico. Y hace algunos días recibí el único que faltaba. Mis 18 criaturas viven conmigo por fin.
Mirando hacia atrás, cuando estaba escribiendo Fuego en las Manos, la primera novela que sentí lo suficientemente buena como para colocarla a la venta, no puedo evitar extrañar a ese muchacho de 19 años que se aventuró a Amazon, esos primeros mensajes de apoyo, la ilusión, las ganas. Hay tantas cosas que cambiaron desde entonces y algunas que siguen iguales.
Antes no me atrevía a publicar en papel, antes no me atrevía a escribir algo que no fuese fantasía, tenía una relación complicada con la poesía, estaba lleno de muchas frustraciones, pero también de sueños, ideas, muchas de las cuales aún están esperando su turno.
Han sido años de aventuras, de esfuerzo, de trabajo, de probar una y otra vez hasta conseguir lo que quería, y muchas veces me han criticado por pasar tanto tiempo en la computadora. Incluso en mi familia me han dicho más de una vez que estoy enfermo y que no puedo pasar mis días en frente de una pantalla. Heme aquí, más de diez años después, sin planes de cambiar ni arrepentimientos.
Escribir es un oficio solitario. Eres tú con tu mundo, tus ideas, personajes, diálogos que solo se vuelven reales cuando los escribes, a veces sin ningún sonido más que el del teclado, o como me pasa a mí a veces, escuchando la misma canción una y otra vez. Ver todas esas noches en vela, crisis emocionales, escapes de la realidad, todo ese tiempo por fin en papel, significa más de lo que cualquier palabra pueda representar.
En este momento estoy reinventado lo que soy, lo que quiero hacer, empezando desde cero en muchos sentidos, poniendo mi vida en orden un paso a la vez, y mientras tanto sigo creando porque no me importa en qué se me pasen los días y semanas siempre y cuando pueda seguir escribiendo. Preferiría dejar de respirar antes de dejarlo.
¡Un saludo y un abrazo!
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A few days ago, something I had wanted since I was 13 years old came true. I have been writing for more than half my life, and on August 3 of this year, without realizing it, it turned 13 years since I started writing, 8 years since I published my first book on Amazon, hoping to have it in print. And a few days ago I received the only one that was missing. My 18 creatures live with me at last.
When it was my birthday in July, I decided I had waited long enough. I have countless books with me, but hardly any of my own. Without a second thought, I went on Amazon and bought each and every one of them. Those who follow me on Instagram will have already seen some photos, several videos, unboxings, but for a few days they have all been together as I have always wanted.
Looking back when I was writing Fuego en las Manos, the first novel I felt was good enough to put on sale, I can't help but miss that 19-year-old who ventured onto Amazon, those early messages of support, the illusion, the wishes. There are so many things that have changed since then and some that remain the same.
Before I did not dare to publish on paper, before I did not dare to write something that was not fantasy, I had a complicated relationship with poetry, I was full of many frustrations, but also dreams, ideas, many of which are still waiting for their turn.
It has been years of adventures, of effort, of work, of trying over and over again until I got what I wanted, and many times I have been criticized for spending so much time on the computer. Even in my family I have been told more than once that I'm sick and cannot spend my days in front of a screen. Here I am, more than ten years later, with no plans to change or regrets.
Writing is a lonely business. It's you with your world, your ideas, characters, dialogues that only become real when you write them, sometimes with no sound other than the keyboard, or as it happens to me sometimes, listening to the same song over and over again. Seeing all those sleepless nights, emotional crises, escapes from reality, all that time finally in paper, it means more than any words can represent.
Right now I'm reinventing who I am, what I want to do, starting from scratch in many ways, putting my life in order one step at a time, and meanwhile I keep creating because I don't care what the days and weeks go by. As long as I can keep writing. I'd rather stop breathing than quit.
Greetings and hugs!
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